Plan Especial de Recuperación y gestión del Centro Histórico de Cajamarca. Financiación: Asociación Los Andes de Cajamarca.

La estrategia de recuperación del Centro Histórico de Cajamarca se basó en los siguientes puntos:

  • Voluntad de definir un nuevo rol para el centro histórico – o una parte sustancial del mismo en relación al conjunto de la ciudad. Para ello resultó imprescindible una reflexión precisa sobre los usos y el sistema de relaciones entre las partes. En efecto, los usos apropiados para los sistemas de espacios y edificios del centro, exigían una investigación detallada para no dañar su patrimonio, pero también para asegurar la actualización vital de una parte del sistema urbano actual, el cual históricamente había sido “toda la ciudad”, evitando de este modo que fuera sólo un “lugar del pasado”.
  • Evaluar el papel de la residencia como motor activo de la recuperación del centro y por consiguiente conseguir su permanencia frente al sistema especulativo, que tiende a sustituirla por otros usos más rentables o bien en residencia para grupos sociales de altos ingresos, transformando la estructura social de un centro que hasta hace poco había sido equilibrado.

Para ello los instrumentos urbanísticos que resultaron más relevantes fueron:

La reinterpretación de la edificación y sus capacidades de reciclaje, superando la vieja discriminación entre monumento y edificios de “poco valor”.

El re-entendimiento de la estructura viaria y su encaje en el sistema general de acceso. Debe recordarse que la ciudad histórica no fue diseñada para las nuevas formas de movilidad y que por tanto, se tiene que crear inter-fases para facilitar su acceso y que eviten la demolición de fragmentos de la ciudad. Asimismo deberán reorganizarse los circuitos para hacer compatible la estructura histórica con el tránsito vehicular, adaptando trama y recorrido a velocidades y medios de locomoción, protegiendo los flujos peatonales exclusivos, lógicamente, los más adaptados a la configuración del centro monumental.

Valoración paisajística del centro histórico en el conjunto del territorio más inmediato, teniendo en cuenta la dimensión específica de cada caso, y realizando un esfuerzo para la protección de determinadas vistas o la reorganización de ciertos espacios “interiores” o de transición entre ciudad histórica y ciudad moderna.

 

El proyecto urbanístico buscaba garantizar el mantenimiento de la realidad urbana, a menudo más valorado por razones paisajísticas y medioambientales que por su racionalidad funcional, y trató de buscar un camino entre el proteccionismo del patrimonio – con frecuencia un tanto excesivo – y las demandas de la propiedad que aprovechan la exclusividad de sus bienes con fines especulativos.

La discusión entre “lo viejo y lo nuevo”, entre conservar y transformar viene de lejos y estará constantemente presente, la cuestión es hasta dónde podemos llevar nuestros argumentos y cuáles son las ideas y técnicas que nos permiten avanzar en este contexto, sin producir daños irreversibles.

Podemos convenir que existe una cultura muy difusa que insiste en pedir a los proyectos urbanísticos que se realizan sobre la ciudad existente, un cuidado especial a las preexistencias urbanas, sabiendo que “conservar” significa a veces rehacer o derribar algunas de sus partes.

 

 

En este contexto el Plan se basó en tres principios:

  1. Cualquier fragmento urbano antiguo debía ser integrado en un “Plan Regulador General” que estableciera su relación con el momento actual. Por tanto debía conseguir que su valor “de uso” quedara legitimado por una articulación técnica más general y por el mantenimiento del carácter social de su población.
  2. El concepto de monumento histórico, no debía utilizarse para desarrollar un edificio singular y su entorno inmediato, si no que su “ambiente urbano lo debía integrar a la mayor parte de la ciudad antigua”. El concepto que debía desarrollarse era que: Aislar un monumento significaba en muchos casos mutilarlo.
  3. De esta forma, los conjuntos urbanos reclaman procedimientos de preservación y restauración con un criterio de “clarificar” las relaciones entre las partes.

Es decir, por un lado el reclamar que el “patrimonio urbano” supere el valor de las piezas singulares. Y por otro, que la voluntad de encaje determine un sistema más amplio en el que se inserte con una articulación propia. Recuperando la noción de “monumento histórico” como aquél que en su origen no es concebido como un momento, si no que su uso social y su imagen colectiva lo convierten en “testimonio histórico” entendido como una pieza arquitectónica creada ya desde el origen, con la voluntad de perdurar y no exclusivamente como pieza artística.

 

A partir de estos principios generales nos fijamos los siguientes objetivos del Plan Especial:

  1. Establecer los mecanismos de protección, fomentar las mesuras de conservación, mejora y difusión del patrimonio, prever la gestión como respuesta a la voluntad de entender el patrimonio como un todo no divisible, en el cual se superponen y interactúan los valores arquitectónicos, arqueológicos y medioambientales.
  2. Valorar prioritariamente el paisaje de la ciudad histórica y la fuerza del tejido frente a los elementos singulares.
  3. Establecer un orden de prioridades: garantizar procesos, conservar estructuras y proteger elementos singulares.
  4. Hacer de la protección del patrimonio también una cuestión arquitectónica, atendiendo a la necesidad de generar valores de patrimonio contemporáneo en las nuevas intervenciones, conscientes de que no se está edificando ni la primera capa ni la última y definitiva.
  5. Reducir el carácter apriorístico de las prescripciones genéricas para abrirse, conociendo los riesgos que esto puede generar, a la capacidad de análisis concreta de la situación concreta en el marco del estudio histórico y del proyecto arquitectónico, sumiso a público debate de los organismos municipales, entidades y ciudadanos interesados.
  6. Evitar el mimetismo falsificador, para sobreponer a la conservación atenta y rigorosa del patrimonio la nítida contemporaneidad de las restructuraciones.
  7. Acercar el patrimonio a la ciudadanía como elemento de identidad y vector estratégico de la ciudad futura, integrándolo en un proyecto de ciudad educadora, museo de historia a cielo abierto, para hacer de este un bien cultural de uso habitual por parte de la población que pueda reforzar la identidad y autoestima local, y ser un atractivo específico en el contexto territorial.

Incluir el patrimonio arquitectónico en el contexto de la cultura del mantenimiento y conservación del edificado respecto a la práctica más común y menos sostenible de la nueva edificación.

 

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